top of page
IÑERUNTZ
Basque Impressions II
Silboberri Txistu Elkartea

IÑERUNTZ - Basque Impressions II - Ibarra, Aragüés, Zalba, Villasol, Ituarte, Erkoreka, Ibarrondo -
Silboberri Txistu Elkartea - Aitor Amiliba y José Antonio Hontoria (OR 6493 - 3331)    

Category: Txistu

IÑERUNTZ - Basque Impressions II

Bar code: 8 436564 933331

 

CD Tracks

1.- BETI ZUTZAZ PENTSATZEN

     Carlos Ibarra

 

2.- DOS MELODÍAS

     Tomás Aragüés

 

     GUGGENHEIM

     Martin Zalba

     3.- Senza misura

     4.- Poco giocoso

     5.- Scherzando

 

6.- PEQUEÑAS MOSCAS DE MIS SOLES NEGROS

     Carlos Villasol

 

7.- ZIRIKETA II

     Jabier Ituarte

 

8.- HAIZE-ORRATZ

     Gabriel Erkoreka

 

9.- EZIÑERUNTZ

     Félix Ibarrondo

Beti zutzaz pentsatzen (“Always thinking of you”, 2007) is a very short piece –barely three minutes long–, faithful to an absolutely tonal approach and to an exquisitely well-cared-for writing attitude, being both of them common characteristics of Carlos Ibarra’s style. Philo-Impressionist music? In any case, Beti… is a musical impression, an aphorism if we may say so, because it has a touch of meditation. In it, a suggestive and loving melody of txistu develops over a continuous accordion stream: a tense and surrounding harmony that not only remarks the wind nature of the music instruments, but that also evokes the consubstantial ethereal condition of music.

 

Tomás Aragüés, who has always poetically flagged up the “well-done work” in its traditional sense, putting it before any speculative temptation, settles his Dos melodías (2009) in two music primal realities, valid from prehistoric times until now in every culture on Earth: singing and dance.  Therefore, the former melody makes use of the cantabile character and the expressivity of the instruments, within a melancholic and elegiac outline, whilst the later is a vivid and virtuosic dance, hence sharpness and edgy contours predominate. Both pieces are written in a tonal language. The work is dedicated to Maribel, “soul” of SILBOBERRI.

 

Guggenheim takes its title from the circumstance of being written by Martín Zalba for being premiered at that same museum, in Bilbao, in 2006. It is indeed a mere circumstance, but it also seeks for a symbolic value. The same way the museum got birth in the old town of Bilbao with a futuristic and shiny gaze of modernity towards the future, Zalba’s work, set on a tripartite form that somehow transliterates the characteristic profile of Gehry’s building, is deeply rooted in the Basque culture, avoiding any kind of literality regarding the model, for shaping a free and unabashedly modern musical speech. The piece is dedicated to Maribel Roldán.

 

In Pequeñas moscas de mis soles negros (Perpetuum mobile) (“Little flies of my black suns”, 2015), Carlos Villasol does not seek to baste a thread of connected musical ideas, but to expand –better than develop– through time a single idea capable of expression by the use of absolutely minimized resources. Txistu and accordion blend together in unicity, banning from the score any concept of solo nor accompaniment or opposition in a concertante manner. Pequeñas moscas…, that takes its title from a verse of Verlaine, always evolves linearly, following the idea of a sounding-surface and withdrawing any mass or density effect. The piece is dedicated to Aitor Amilibia and Jose Antonio Hontoria, performers of this recording.

 

Ziriketa II, written by Jabier Ituarte in 2011, consists of a free development of a single musical material that sums up in a straightforward sounding gesture of three notes. Such three notes match with the beginning of the song Xalbadorren heriotzean, as an homage to Xabier Lete. From this motion, Ituarte fleshes out a kind of phantasy of great flexibility, as if it were an improvisation, combining, like bursts, dialogs between txistu and accordion. These dialogs grow little by little through a rhythmical speech of increasingly clearer profiles. Thus, it is a light and optimistic scherzo that takes advantage of the agility of the instruments, but which does not forget their melodic and expressive potential.

 

Gabriel Erkoreka chooses for his piece the title of “vane” (Haize-Orratz, in Euskera; 2007) as a metaphor. It is an allegory with a double meaning: first, regarding the direction of the musical flow of the piece, because the form consists of a continuous succession of brief sections juxtaposed by changing tempi, like the movements of a vane. But it is also a metaphor regarding the relations between the instruments, which seek a playful and reciprocal game transmuting into each other. The result is a rich page of contrasts of timbre, dynamics, articulation and nuances. The piece is dedicated to Aitor Amilibia and Jose Antonio Hontoria, performers of this recording.

 

Eziñeruntz (“Towards the impossible”, 2015) is not alien to the aesthetics that reign over the vast production of Félix Ibarrondo. This vital music, of great emotional intensity –because of this, also of a great deal of sensuality– demands an almost visceral involvement of the performers and of the listener, consequently, it calls for total devoutness, with no restrictions. Eziñeruntz turns out to be a little concert for txistu and accordion, since it is the principle of opposition between both sources that leads the score. But this combattimento (fight), instead of resolving, ends surprisingly in a tie, conquering a new state in which rapture has been transformed into desolation. In such state, it is the tabor that has the last word. The piece is dedicated to Maribel Roldán.

Carlos Villasol

ESPAÑOL

Beti zutzaz pentsatzen (“Siempre pensando en ti”, 2007) es una pieza muy breve –apenas tres minutos de duración–, fiel a un planteamiento netamente tonal y a una escritura primorosamente cuidada, marchamos que son comunes al estilo de Carlos Ibarra. ¿Música filoimpresionista? En cualquier caso, Beti... es una impresión musical, un aforismo si se quiere, porque tiene algo de meditación. En él, una sugestiva melodía de txistu, amorosa, se despliega sobre una corriente continua de acordeón, una armonía inquieta y envolvente que no sólo parece querer subrayar la naturaleza de viento propia de los instrumentos, sino también rememorar la condición aérea consustancial a la música.

 

Tomás Aragüés, que siempre ha enarbolado a modo de poética la bandera de la obra bien hecha, en el sentido tradicional del término, anteponiéndola a cualquier tentación especulativa, parte en sus Dos melodías (2009) de las dos realidades primigenias de la música, vigentes desde las cavernas a hoy mismo en todas las culturas del orbe: el canto y la  danza. Así, la primera de estas melodías explota el carácter más cantable y expresivo de los instrumentos, en una línea de contornos melancólicos, elegíacos, mientras que la segunda es una danza viva y virtuosística en la que priman por tanto los trazos claros y precisos. Ambas, escritas en un lenguaje tonal. Obra dedicada a Maribel “alma” de SILBOBERRI.

Guggenheim debe su nombre a la circunstancia de haber sido escrita por Martín Zalba para ser estrenada en el museo homónimo de Bilbao, allá por 2006. Es, sí, una mera circunstancia, pero también quiere tener un valor simbólico. Del mismo modo que el museo nace del viejo Bilbao para mirar al mundo del futuro a través de una construcción arquitectónica de radiante modernidad, la obra de Zalba, que se estructura en tres movimientos que de algún modo pretenden ser trasunto de las formas características del edificio de Gehry, hunde sus raíces en el acervo vasco, sin supeditarse a la literalidad de la referencia concreta, para delinear un discurso musical decididamente libre, y moderno sin complejos. Obra dedicada a Maribel Roldán.

 

En Pequeñas moscas de mis soles negros (Perpetuum mobile) (2015), Carlos Villasol no pretende hilvanar una sucesión de ideas musicales a través de las relaciones que las unen, sino expandir en el tiempo –antes que desarrollar– una única idea, que se expresa a través de un juego de elementos reducidos al máximo. Txistu y acordeón se complementan en un todo, quedando desterradas de la partitura las nociones de solo y acompañamiento o de oposición al modo concertante. Pequeñas moscas..., que toma su título de un verso de Verlaine, evoluciona siempre de forma lineal, fiel al concepto de superficie sonora, rehuyendo todo efecto de masa y densidad. Obra dedicada a Aitor Amilibia y a Jose Antonio Hontoria intérpretes de esta obra.

 

Ziriketa II, escrita por Jabier Ituarte en 2011, consiste en el desarrollo libre de un mismo material musical, que se resume en un sencillo gesto sonoro de tres notas. Tres notas que coinciden con el inicio de la canción Xalbadorren heriotzean, en homenaje a Xabier Lete. A partir de este gesto, Ituarte elabora una suerte de fantasía de gran flexibilidad, como si de una improvisación se tratara, que va alternando, a modo de ráfagas, diálogos entre el txistu y el acordeón. Diálogos que poco a poco van tomando cuerpo a través de un discurso rítmico de perfiles cada vez más definidos. Un scherzo, pues, ligero y optimista, que aprovecha las prestaciones más ágiles de los instrumentos, pero que tampoco se olvida de su potencial melódico y expresivo.

 

Gabriel Erkoreka toma para su obra el título de “veleta” (Haize-Orratz, en euskera; 2007) como metáfora. Metáfora en sentido doble. Primeramente, en lo que se refiere a la dirección del discurso musical de la pieza, ya que éste se articula a través de la sucesión continua de secciones breves unidas siempre en tempi cambiantes, como los movimientos de la veleta. Pero también en lo relativo a las relaciones entre los instrumentos, que juegan a transmutar su personalidad el uno en el otro, y el otro en el uno. El resultado es una página rica en contrastes de timbre, de dinámica, de articulación, de matices... Obra dedicada a Aitor Amilibia y a Jose Antonio Hontoria intérpretes de esta obra.

 

Eziñeruntz (“Hacia lo imposible”, 2015) no es ajena al pensamiento estético que rige toda la amplia producción de Félix Ibarrondo. Música vitalista, de gran intensidad emocional –precisamente por ello, también de considerable sensualidad–, que exige de los intérpretes una implicación casi visceral, y del oyente, en consecuencia, una entrega a ella sin condiciones. Eziñeruntz viene a ser un pequeño concierto para txistu y acordeón, toda vez que es el principio de oposición entre ambas fuentes quien guía estos pentagramas. Pero este combattimento más que resolverse, se suspende sorpresivamente en tablas, al conquistar un espacio nuevo en el que el arrebato ha mutado en desolación. En él, es el tamboril quien tiene la última palabra. Obra dedicada a Maribel Roldán.

 

Carlos Villasol

bottom of page